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Cartas sin enviar

Cartas sin enviar

A falta de destinatario coherente, las ideas vienen a mí y yo he empezado a dirigir cartas a los días.
¿El pretexto? Hay cosas que no se pueden fotografiar.
¿El motivo? No encuentro linealidad en mis emociones como para que me lleven siempre por el mismo camino.
Entonces me rindo, cada día es un camino diferente y cada historia más temprano que tarde se convierte en otra. Pero así las historias envejecen mal y apenas se transforman en olvidos. Y así también, una voz ajena pronuncia mis palabras mientras el único sonido que emito no es mío sino de las letras que se encuentran.