A veces parece que nada en el mundo es tuyo,
que la sonrisa solo existe si son otros quienes la piensan,
que no hay un “yo”. Parece que el dolor debe ser mudo
y lo único que queda es el silencio.
A veces parece que es el último día de todo
y ni siquiera el posible descanso es un alivio.
¿En dónde decidí odiar el tiempo y mi propia voz?
¿Todavía era yo o ya estaba escondida en mi silencio?
Ojalá pudiera ser yo sin volver a comenzar.
Ojalá no pesara tanto levantar las comisuras
de los labios,de los prejuicios, de los miedos y del porvenir.
¿Hace cuánto que no existo? ¿Por qué lo habría de saber?
Si las lágrimas responden, ¿puedo preguntar otra vez?
De ello no quiero certeza, no espero ni siquiera
una razón, tampoco gano algo preguntando,
pero mi ceño fruncido se ha agotado
de ocultarse en mi habitación.
A veces es necesario mirarte al espejo
para recordar que no te has evaporado.
Hay minutos en que la existencia es insoportable.