Despierto por curiosidad.
A veces de mí, a veces del mundo,
frecuentemente del azul.
El rayo helado del amanecer susurra
«despierta antes de que transcurra»
y me tiene desde el roce al rostro,
me somete y subleva sin menor agobio
saciándose de sí con la fugacidad
de no ser más que el recuerdo de mi mirar.
Azul cielo, escúchame,
no te quedes solo en mí,
no amanezcas, no oscurezcas,
¿por qué te tienes que ir?
Azul cielo, espérame,
¿mañana vendrás de nuevo por mí
o tendré que imaginarte
al mirar un cielo gris?
Azul cielo, vuelve pronto,
los breves instantes que apareces
el día enmudece, el silencio calla,
se desconciertan las miradas.
El tiempo se detiene pero tu color se desvanece,
azul intermitente, inconsistente,
persigo tu albedrío,
esperando día a día
que revistas mi sonrisa
o me pidas ser tu espejo
y convertirme en ti
aunque sea en tu cálido recuerdo.