Letras agridulces

Me he cansado de ser fuego y que mis heridas me abrasen

Despierto por curiosidad. A veces de mí, a veces del mundo,

El mundo se aleja y sus pasos son las manecillas del reloj,

Escribo cuando me miro del otro lado, cuando conozco el nombre de lo que siento.

No quiero que el adiós entre por la ventana,

De vez en cuando mudo-enuncio porque no sé resignarme

Hay momentos en los que te abandona el habla, pero no el pensamiento ni la imaginación ni mucho menos las ideas.

Aquella ventana fue mi juventud… Mis fugitivos sueños, tan remotos como eternos,

El reloj marca el compás, el cielo baila a su ritmo,

Un placer ser un espejo, cuando no quiero ser cristal

“No puedes vivir para un futuro que no sabes si algún día llegará”

En un breve guiño a la semana pasada, pesada, a las horas guardadas,

Leo porque no sé lo que siento y necesito que alguien me lo diga.

Si me preguntaran a qué sabe la vida, diría que tiene un sabor agridulce.

Puntos finales escribo con frecuencia, pero en realidad no sé decir adiós.

En el primer instante de silencio me deshago. Se acerca la noche y no hay presencia

A veces solo hace falta despojarte de todo, sentarte en la cama en silencio

Para una nueva noche, un nuevo poema, aunque se me olvidaran las palabras,

Hace tiempo que el café no es ya reconfortante.

A veces parece que nada en el mundo es tuyo,

Una termina escribiendo porque se queda sin oídos, sin brazos y sin empatía que le escuchen.

El frío a veces escapa de las manos se mete y desliza por la espalda.

Si supieras que te imagino en los otros, que no hay un recuerdo tuyo

La mujer que conoces no siempre fui yo. La mujer que amas es un conjunto

Lo que vivo no es horrible, sólo suficiente para darme cuenta

¡Qué triste! la vida le da la razón a las palabras

Con Neruda me acuerdo de ti… inevitable pensarte con sus versos,